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martes, 21 de febrero de 2017

Carolina Herrera


Carolina Herrera :

CAROLINA HERRERA


“No hay nada que envejezca más a una mujer que vestirse de joven”


Contaba el cronista y escritor de moda Michael Gross tras pasar la Nochevieja de 1986 en casa de Carolina y Reinaldo Herrera que la deliciosa anfitriona les había sorprendido con un detalle de lo más chic: les había hecho comer 12 uvas justo antes de la medianoche. Esta anécdota resume cómo la diseñadora venezolana, cuya firma cumple 35 años, es capaz de vestir de sofisticación incluso a las 12 campanadas españolas y convertirlas en el plan más cotizado de Nueva York.

Carolina Herrera celebra sus siete lustros en la moda. Sin embargo, parece que han sido más, porque es pilar fundacional de la industria tal y como la entendemos. Que, como muchas otras divas,
 se quita años en un gesto coqueto.
 Pero no: se equiparó rápido como guardiana de las esencias de la aristocracia (un concepto que en Nueva York solo podía ser de importación) a un Valentino y a un Óscar de la Renta que tenían casi 10 años más y habían empezado más de dos décadas antes.

Había sido retratada por Andy Warhol en los setenta, era habitual en el Studio 54,trabajaba para Emilio Pucci, pero no como diseñadora sino como relaciones públicas, y era una habitual de las listas de mejor vestidas.

 Como escribió una vez André Leon Talley, cuando aparecía era como si las aguas del mar Rojo se abrieran. Era icono de la moda sin enfundarse un dedal. Dado que nació entre algodones en Caracas como María Carolina Josefina Pacanins y Niño y vistió con 15 años su primer Lanvin, resumió una vez: 
“Mi ojo está acostumbrado a ver cosas bonitas”. Llegado el momento, se dio cuenta de que si tenía que encargarse de hacerlas ella misma, así sería.

Fue la icónica editora de Vogue Diana Vreeland, la misma que puso a posar con elefantes a Dovima para Richard Avedon
quien le sugirió en 1981 que hiciera su propia colección. 
Y así, a los 42 años, con cierto síndrome del aburrimiento adinerado, debutó con aires de vaca sagrada con un desfile en el Metropolitan Club. 
“Tuvimos música en directo interpretada por Cole Porter y todo Nueva York estaba allí (…) Bianca Jagger y Steve Rubell estaban. A él no le dejaron entrar por no llevar corbata, así que fue a Bergdorf Goodman, se compró una y volvió”, recordaba en las páginas del New York Times.

Fue fundamental el impulso que le dio el vestido que hizo para Caroline Kennedy en 1986, pero puede decirse que, casi desde el principio, todo el mundo asumió que Carolina Herrera jugaba en la liga de los grandes. Y no hace falta decir que, pese a que su nacimiento como diseñadora compartió comadrona con el cardado y la hombrera, desde el principio se instaló en lo atemporal.



Si algo demuestran los actos de festejo de este aniversario —desde la edición de un lujoso libro editado por Rizzoli que llegará a España próximamente y presentado ya ante la crème de la crème en Nueva York, a la exposición que cierra este fin de semana en Savannah, Georgia— es que las épocas se difuminan en la evolución de la diseñado-ra. “La moda no dura. Lo que no cambia y lo que siempre voy buscando es la belleza”, es el mantra de CH.


A esa búsqueda de lo bello suma un afilado olfato comercial.
 Tiene claro que, pese al espaldarazo que Jackie Onassis, 
Michelle Obama, Sarah Jessica Parker o Penélope Cruz hayan dado a sus diseños, la sostenibilidad está en seducir a las fortunas anónimas. O más aún: en aquellas mujeres que solo se atreven una vez en la vida a gastarse una cantidad inusitada en un vestido de gala y saben que la opción infalible lleva el nombre de Carolina Herrera. 
Luego llegaron los perfumes y su apertura al mercado masculino. Y así, en 2000 abrió su propia tienda en la calle 75 con Madison. Y es que tras la muerte de Óscar de la Renta, las retiradas de Valentino o Ralph Lauren y las salidas de las más jóvenes Diane von Fürstenberg y Donna Karan, ya solo queda ella al pie del cañón.

 Alguien que, a pesar de representar la élite, siguió desfilando en las carpas del Lincoln Center en la Semana de la Moda de Nueva York hasta que las desmantelaron, sin querer seguir a los demás popes que preferían encontrar sus propios espacios. A sus 77 años sabe que no quiere enrocarse en su microcosmos sino estar ojo avizor a lo que sucede en el mundo, pues otro de sus mandamientos es:

 “Mantén siempre los ojos bien abiertos. Es la manera de que la belleza te encuentre”.
Carolina Herrera presenta el libro sobre sus 35 años de una carrera profesional en busca de la belleza

A pesar de que Carolina Herrera (Caracas, 1939) lleva muchos años en la industria de la moda y sometida a la exposición mediática no le gusta hablar en público. Por eso llegó ayer a la presentación de su libro en Madrid, 
nerviosa. Lo contaba su marido Reinaldo sentado en un discreto lugar de la sala mientras la hija de ambos, Carolina, observaba a su madre y jefa.

Pregunta. Sorprende que todavía se ponga nerviosa en público, usted que ha conocido a tanta gente importante.

Respuesta. Es que yo no he nacido para esto. Lo mío es otra cosa.

Para la entrevista pide un rincón y cierta cercanía. Se nota que le gustan las distancias cortas.

P. En este momento de balance de 35 años de carrera, ¿de qué colección se siente más satisfecha?

R. Sin duda de la primera, de la de 1981. Ahora que ha vuelto a ser fotografiada para este libro he comprobado que sigue vigente.

P. Usted reivindica que la moda no debe ser algo pasajero.

R. Creo que el éxito de un diseñador es que su trabajo tenga una continuidad en el tiempo. Es lo que yo busco.

P. Pero eso va en contra de las tendencias.

R. Estoy en contra de ellas. Parece que la gente quiere ir uniformada. Todas con el mismo bolso o con el mismo zapato.


P. ¿Para qué sirve entonces la moda?

R. Sirve para ayudar a tu ojo a la hora de vestirse. Si quieres disfrazarte, vete al circo.

P. Sin embargo, en los últimos tiempos parece que hay un culto por lo feo.

R. Sí, hay gente que da la sensación de que por la mañana cuando abre el armario mira qué es lo más feo que tiene para vestirse. No entiendo la moda sin la belleza. Yo trabajo para que las mujeres que se vistan de Carolina Herrera se sientan bellas.

P. Hay quien piensa que según se vaya vestida una puede sentirse segura y poderosa.

R. Sin duda, un vestido da poder.

Carolina Herrera llega a la cita luciendo una camisa blanca y una falda de lana de vuelo. Se cubre con una capa negra cuando nota frío. Posa para las fotos como una modelo. Sabe mirar a la cámara.

P. Es usted famosa por sus camisas blancas.

R. Hay gente que piensa que siempre voy vestida con una camisa blanca y que me he pasado media vida en Studio 54, todo porque fui alguna vez. A veces llevo camisas blancas, como hoy, ya que me dan seguridad. Hoy tenía poco tiempo para arreglarme.

P. Usted busca siempre la belleza, es una constante en su vida. Pero, ¿qué es la elegancia?

R. La elegancia no es solo belleza, es también la forma de pensar, la forma de moverte.

P. ¿Está a favor de la cirugía estética?

R. Sí, pero si no te convierte en la persona que no eres. Pero no hay nada que envejezca más a una mujer que vestirse de más joven.

P. Uno de los trajes que la hizo famosa fue el de novia que diseñó para Carolina Kennedy.

R. Recuerdo una cosa que no he contado nunca. Me llamó Jackie para decirme que quería que le hiciera el vestido a su hija. Carolina vino a verme sola. Ella lo decidió todo. Jackie vio lo que habíamos hecho solo dos días antes de la boda. Siempre recomiendo a las novias que vayan solas a elegir su modelo. Eso de ir con la madre, la abuela, la amiga... resulta un gran error.

P. ¿Quiénes para usted una mujer elegante?

R. Todo el mundo habla de Jackie pero para mí un icono de elegancia de verdad es la reina Isabel de Inglaterra, que lleva más de 50 años siendo fiel a una determinada forma de vestir que se corresponde con el papel que le ha tocado desempeñar al frente de la corona.

P. Usted viste ahora en ocasiones a la Reina de España.

R. Sí, lleva algunas cosas nuestras. Es muy guapa.

P. ¿La conoce?

R. Sí.

A Carolina Herrera no le gusta llenar la conversación de nombres propios. “Es que para mí todas las mujeres son iguales. Yo no trabajo para una, diseño para todas, para que se sientan guapas. Cuando una firma habla tanto de nombres propios tengo la sensación de que algo pasa”.

P. Se ha mostrado muy crítica con la cultura de las alfombras rojas.

R. No son una pasarela como algunos creen. Son otra cosa. Todas las actrices tienen un estilista que les dice lo que tiene que ponerse. Ellas nunca eligen. Renée Zellweger es de las pocas que no tienen.

P. Y suele vestir ropa de Carolina Herrera.

R. Pues sí.

P. Esta semana Donatella Versace decía que las mujeres son mejores diseñadoras.

R. No estoy de acuerdo. No hay que ser mujer para conocer el cuerpo de una mujer. Además, hay muchos diseñadores que se ponen ropa femenina.

P. ¿Vestiría a Melania Trump?

R. Todas las primeras damas del mundo deben promocionar la Moda de su pais






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