No se pierda el histórico papelazo en la entrega del Oscar a la Mejor Película
Los llamaron para presentar el premio a mejor película coincidiendo con el 50 aniversario de ‘Bonnie & Clyde’, un detalle simpático que le salió muy caro a la Academia de Hollywood. Tras dar como ganadora a ‘La La Land’, en una victoria lógica por sus seis Oscar anteriores, fue el propio productor del musical, Jordan Horowitz, el que, con el discurso de agradecimiento ya iniciado, se encargó de enmendar el error.
No solo eso, sino que con una determinación y una frialdad insólitas, aclaró el entuerto con la tarjeta en la mano. ‘Moonlight, vosotros habéis ganado’, dijo con la estatuilla dorada en la mano. “No es una broma”.
Y entonces bajó toda la plana mayor de ‘La La Land’ del escenario y subió la de ‘Moonlight’, empezando por Barry Jenkins, el director. “Hasta en mis sueños esto no puede ser verdad”, dijo. Un error que de alguna forma dejó en un segundo plano todo lo anterior.
Rápidamente, el actor de ‘Bonnie & Clyde’ tomó el micrófono e intentó explicar que su compañera y él habían recibido el sobre de mejor actriz, en lugar de el de mejor película, que había recaído en la protagonista de ‘La la land’, Emma Stone. “Por eso le eché una larga mirada a Faye… yo no estaba tratando de ser divertido”, explicó Beatty.
Por su parte, ya en bastidores, Emma Stone aseguró que no tenía ni idea de lo que había ocurrido, pero que ella tuvo la tarjeta de mejor actriz desde el momento en el que le dieron el premio, justo antes de la entrega del Oscar a la mejor película. El misterio está ahora en saber por qué se les dio el cobre equivocado a Dunaway y Beatty y por qué había dos sobres a la mejor actriz.
Así fue el recorrido de los sobres
El recorrido de los sobres es todo un periplo. El martes previo a la gala, es decir, el martes pasado, la Academia de Hollywood envía las papeletas con los ganadores a PricewaterhouseCoopers, la firma encargada desde hace 70 años de custodiarlos. Sólo dos miembros de la firma conocen los resultados finales, que son colocados en los sobres sellados, y que sólo se abren durante la ceremonia, en el escenario, y de la mano del encargado de entregar el premio.
La auditora ya ha pedido disculpas por el error. “Los presentadores recibieron erróneamente el sobre de la categoría equivocada y cuando se descubrió, se corrigió inmediatamente. Actualmente estamos investigando cómo podría haber ocurrido esto, y lamentamos profundamente que esto haya ocurrido. Apreciamos el humor con la que los nominados, la ABC y Jimmy Kimel manejaron la situación”, han asegurado en un comunicado desde PwC.
Según explicaron hace unas semanas, los dos miembros de la auditora que custodian los sobres y que hacen entrega de ellos en cada extremo del escenario son Brian Cullinan y Martha Ruiz. Cada uno sostiene el sobre del premio que se va a entregar en ese momento, un sobre con el mismo contenido. Es decir, hay dos sobres de cada categoría.
“Los productores deciden cuál será el orden de los premios. Cada uno de nosotros tiene un juego completo de los sobres con los premios. En mi maletín tengo los 24 sobres, mi compañera tiene otros 24. Estamos de pie en lados opuestos del escenario, fuera de pantalla, durante toda la noche. No parece muy complicado, pero hay que asegurarse de que se está dando el sobre correcto al presentador”, afirmó para ‘Medium’ antes de la antológica metedura de pata.
Según esto, el error parece que estuvo en uno de los dos, que no entregó el sobre correcto a Dunaway y Beatty, sino que le dio el anterior premio, el de mejor actriz. Es decir, Stone se quedó con el sobre de uno de ellos, y el otro miembro de PwC se quedó con el sobre del mismo premio, que es el que entregó por error a los protagonistas de ‘Bonnie & Clyde’.
Lo de antes había sido un gala tan aburrida como de costumbre salvo por matices no demasiado abundantes. Se esperaba un espectáculo con fuerte carga política y al final se puede decir que Donald Trump resultó ileso. Se burlaron de él -lo contrario hubiera sido una osadía-, pero sin la inquina que medio mundo esperaba.
Jimmy Kimmel, el presentador designado para la ocasión, optó por no salirse demasiado de los márgenes. Atacó a Trump desde el comienzo, como estaba previsto, y cargó contra Mel Gibson inmediatamente después, otro blanco fácil y habitual. No fue el único. Como ya es tradición en los últimos años, el sentido del humor radicó en burlarse de los presentes. Todo bastante corriente.
Pero en algo, sin embargo, fue diferente Kimmel. Tuvo un momento de brillantez para distinguirse de la manada. Empezó a cachondearse de la “mediocre” trayectoria de Meryl Streep, nominada por vigésima vez al Oscar, y terminó pidiéndole al público que se pusiera en pie para aplaudirla como señal de protesta contra Trump, el hombre que dijo de ella ser la actriz más sobrevalorada de Hollywood tras su discurso en los Globos de Oro.
“Bonito vestido, por cierto. ¿Es un Ivanka?”, remató Kimmel, mofándose de la polémica formada en torno a la colección de la hija del presidente y el rechazo de la cadena Nordstrom. Fue el mejor chiste de la noche. Además tuvo la ocurrencia de dejar entrar en el teatro a un grupo de turistas de la calle que tuvieron la oportunidad de darse un baño de estrellas único.
Kimmel cumplió, teniendo en cuenta que las expectativas no eran muy elevadas. El problema es que el resto no acompañó. Ni siquiera ‘La La Land’ arrasó como se esperaba para dotarle de grandeza al espectáculo. Se quedó en 6 Oscars, que sigue estando muy bien, pero no tanto para una cinta que contaba con hacer historia tras sus 14 nominaciones de salida.
Los discursos, en general, también decepcionaron. Tan solo gente como Gael García Bernal o Anousheh Ansari, que recogió el Oscar de ‘El viajante’ en nombre del iraní Asghar Farhadi, dieron la cara en clave política como se esperaba. El mexicano, que fue el encargado de presentar dos premios, dijo lo siguiente: “Como mexicano, como latinoamericano, como un trabajador inmigrante, como un ser humano, estoy en contra de cualquier tipo de muro que nos separe”. Hubo un grupo que se levantó de sus asientos para celebrar sus palabras.
Tampoco Cheryl Boone Isaacs, presidenta de la Academia de Hollywood, estuvo a la altura con el asunto de la negritud y su esfuerzo de este año para equilibrar la balanza. Su discurso fue excesivamente institucional. Aburrido, muy aburrido.
Se suponía que después llegarían las lágrimas, las frases para la historia de la gala, pero no fue así. Casey Affleck estuvo tan frío como su papel en ‘Manchester frente al mar’ y Damien Chapelle lo mismo, agradecido y punto. La pelota estaba en el tejado de Emma Stone, que tampoco se dejó llevar por la emoción.
El momento final, sin embargo, compensó lo insulso de todo lo anterior. Ver para creer.
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