"Me gustaría ver un mundo como este; sin ninguna nostalgia, pero con la elegancia de la gente que venía a almorzar en los años 20 y 30 ", dijo Karl Lagerfeld, sentado a la mesa en el recién reformado Hotel Ritz de París para ver su propio show de Chanel. Con sus zapatos blancos de encaje, los pantalones cropped flared y las flores en el pelo, algunas de las bellas modelos eran ‘hijas de’, incluyendo a Lily-Rose Depp, Sistine Stallone, Sofia Richie, Alice Dellal y Georgia May Jagger. Su presencia dio al jardín de invierno del hotel (o jardin d'hiver) el perfume más ligero del privilegio y el derecho. Incluso Pharrell Williams, con un abrigo de tweed y largos collares de perlas de Chanel, llevaba una corona dorada, mientras que la superestrella coreana G-Dragon desfilaba con un look formal en blanco y negro.
La intimidad de las modelos desfilando por las mesas del comedor –y, ocasionalmente, rodeadas por bailarines ataviados con fracs– hizo que parecieran salidas de una secuencia de la película I love Paris. Y Karl así lo quería. “Una elegancia indiscutible en un sitio de ensueño. La idea era hacer algo por París”, explicó Karl, refiriéndose al tinte del miedo y a la notable falta de turistas en la ciudad después de los ataques terroristas de 2015. Llamó al desfile Paris Cosmopolite, hacienda referencia a los días en los que la gente cosmopolita que reemplazó al Café society se unió en los 50 a la recién acuñada jet set (tan diferente de los viajeros de negocios de hoy).
Pero esta colección de Métiers d’Art, que celebra el trabajo artesano de los artistas apoyados por Chanel, es diferente a la de otras empresas de moda. Para Karl, este es el sexto desfile del año –incluido la Alta Costura y el Prêt-à-Porter– y está diseñado y centrado en la celebración de las cualidades únicas de la casa. Y ahí reside el problema de este desfile. A la vez que clientes especiales e invitados famosos estaban sentados unos juntos a otros en las mesas, maravillados con el pescado y alcachofas servidos con remolacha ahumada, yogur de aloe vera y salsa de azafrán, era imposible absorber la complejidad del trabajo artesano presentado de una forma tan superficial.
Las prendas deslumbraban –diseños eternos, bellamente decorados, que iban desde una vestido formal dorado con una estructura en los hombres sobresaliente hasta un abrigo de cuadros blancos y negros llevado sobre vaqueros estrechos– a toda velocidad; era como si los que las llevaban estuvieran caminando con toda decisión hasta el gimnasio. Estas mujeres modernas y súper activas podían aparecer llevando un plumas acolchado o un chaleco de punto sobre un vestido centelleante. Comparado con el desfile Métiers d'Art del año pasado, que tenía un cierto aire retro en su oda a los grandes maestros del cine italiano, la presentación en el Ritz resultó rejuvenecedora. El hotel Riz incluido: clásico, pero con un toque de modernidad. Incluso las rosas rojas en el pelo, sustituyendo a la tradicional camelia de Chanel, resultaban nuevas.
Karl que había decidido sentarse a la mesa de la cena del tercer desfile del día porque los dos primeros habían sido recibidos muy bien. La última presentación fue aplaudida mientras Karl aparecía al final del desfile con su ahijado de 8 años y su 'mascota de compañía' Hudson Kroenig, vestidos de etiqueta, antes de la fiesta de celebración. Fue un momento de moda especial. Un momen to que celebró el arte y las habilidades de una manera profunda a pesar de la ligereza de la presentación. Pero sentí que faltaba algo en este espectáculo de Métiers d'Art de Chanel, un término que es casi intraducible. ¡Era hora de un primer plano! Así que fui al backstage para mirar y tocar la ropa, sorprendida al descubrir que la túnica con estampado de flores, que se derramaba sobre el escote con un jabot blanco con volantes, estaba tejida en cachemira como una alfombra de moda mágica. Aún más asombroso fue el descubrimiento de que un abrigo de mezclilla casual había sido rebordado con denim hilo por hilo en el cuello, las mangas y el dobladillo.
¡Esta ropa es una obra de arte!
Tal vez Karl es sabio, con su profundo conocimiento de la moda y su presentación, no para entregarse a los medios de comunicación y los clientes – como hace Valentino – sino para mostrar los detalles minuciosos del proceso de fabricación ycuántas horas ha llevado hacer ese trabajo a mano. Eso agregó cierta pesadez a un top sin tirantes hecho de plumas de oro y a los patrones, que parecían estar tejidos para mezclarse con las alfombras clásicas del hotel.
"El Ritz es muy luminoso, todo blanco y dorado". Karl explicó la conexión entre el hotel donde la propia Coco Chanel vivió (y murió en 1971) – con biombos de Coromandel y su inmobiliario exótico– y la colección que estaba diseñando para la mujer de hoy. De hecho, la casa Chanel de la calle Cambon está al lado del Ritz, y todavía puedo recordar los desfiles de alta costura que se celebraron allí en 1990. Sorprendentemente, Karl dijo que el Ritz se tomó algo de tiempo para decidir si dejar a "Coco", la firma, que se hiciera con el hotel. "Les dije: "si tenéis el Hemingway Bar, es hora de celebrar Chanel".
Tal vez Karl es sabio, con su profundo conocimiento de la moda y su presentación, no para entregarse a los medios de comunicación y los clientes – como hace Valentino – sino para mostrar los detalles minuciosos del proceso de fabricación ycuántas horas ha llevado hacer ese trabajo a mano. Eso agregó cierta pesadez a un top sin tirantes hecho de plumas de oro y a los patrones, que parecían estar tejidos para mezclarse con las alfombras clásicas del hotel.
"El Ritz es muy luminoso, todo blanco y dorado". Karl explicó la conexión entre el hotel donde la propia Coco Chanel vivió (y murió en 1971) – con biombos de Coromandel y su inmobiliario exótico– y la colección que estaba diseñando para la mujer de hoy. De hecho, la casa Chanel de la calle Cambon está al lado del Ritz, y todavía puedo recordar los desfiles de alta costura que se celebraron allí en 1990. Sorprendentemente, Karl dijo que el Ritz se tomó algo de tiempo para decidir si dejar a "Coco", la firma, que se hiciera con el hotel. "Les dije: "si tenéis el Hemingway Bar, es hora de celebrar Chanel".
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